¡Un vuelo biplaza en Saint-Lary para todos a partir de 6 años! Incluso para las personas que tienen miedo a las alturas, ya que no hay sensación de vértigo en parapente!
Este verano, he decidido lanzarme al vacío desde lo alto del Pla d’Adet para acompañar a mi hijo de 11 años en la aventura con la que tanto sueña. Así que será a primera hora de la tarde para mí, y por la noche para mi hijo, porque para los más ligeros, es mejor optar por un vuelo por la mañana o por la noche, ¡cuando el viento es flojo o ha amainado!
Así que, tras comentarlo a mi alrededor y ver en los ojos de algunos padres un sentimiento de temeridad por mi parte al permitir que mi hijo se lanzara en parapente, les aseguré que era una experiencia sensacional y extremadamente segura, gracias a instructores experimentados.
A primera hora de la tarde, bajo un sol radiante, pude despegar en compañía de mi instructor, quien, gracias a su serenidad y calma, debe conseguir relajar a cualquier novato un poco ansioso durante su vuelo.
La aventura comienza con una reunión al pie del teleférico de todos los instructores de las distintas organizaciones y los aprendices de parapente. Hay un gran ambiente en la subida en el teleférico, donde, a diferencia del invierno, no se está hacinado…
Por fin llegamos al meollo de la cuestión, una vez desembalado el parapente, y dadas unas cuantas instrucciones, pudimos ponernos en marcha. Unos pasos al andar, luego un poco de aceleración y hey presto, ahí está en el aire, salimos a dar un original paseo por el corazón del valle.
Desde Pla d’Adet, dirección Sailhan, luego gracias a las corrientes ascendentes subimos de nuevo hacia Soulan, escucho obedientemente las instrucciones de mi piloto: «intentaremos de nuevo tomar la corriente ascendente, inclinarnos a la derecha para girar, a la derecha de nuevo», y giramos sobre Vignec, donde pronto aterrizaremos.
Lo asombroso, aparte de la vista excepcional, es la sensación de ir muy despacio, aunque aquí vayas a 35 o 40 km por hora, es increíble: no hay impresión de velocidad sino de calma y serenidad, ¡es realmente impresionante!
Finalmente, aterrizamos suavemente, caminando con un comité de bienvenida familiar, entre ellos mi hijo, que observa atentamente el procedimiento que tendrá que seguir en su turno.
Son las 7 de la tarde, es el turno de mi hijo para su bautismo en biplaza. El piloto, que ha atendido amablemente la petición de mi hijo, desciende en giros cerrados que proporcionan sensaciones más intensas que el paseo pausado por el aire como a mí me gusta, de la mano de instructores cualificados que están a su disposición para escucharle para un descenso suave o no, como usted desee pero, no obstante, siempre con seguridad
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