Los manantiales sulfurosos conocidos como fuentes sódicas de nuestros valles se conocen desde la Edad Media. La primera actividad termal data de 1890 en Cadéac les bains (de ahí el nombre del pueblo), gracias sobre todo al ferrocarril que llevaba a la gente a tomar las aguas a la estación de Arreau. Los baños de Cadéac se abandonaron en los años treinta.